sábado, 12 de septiembre de 2009

Los inventos más importantes de los últimos 50 años



Internet

Es difícil precisar el alcance y la dimensión del invento que acaso es el más trascendente de los últimos cincuenta años.Al igual que en El aleph borgiano, todos los puntos parecen confluir ahí, al mismo tiempo, como si la sociedad hubiera realizado una mudanza a un nuevo territorio: el ciberespacio.
Como en muchos desarrollos contemporáneos, el puntapié inicial lo dio, a fines de los años 60, la investigación militar estadounidense. Pero, a poco de andar, los verdaderos protagonistas y gestores estuvieron en el ámbito académico. El carácter abierto de su creación, traducido en estándares y protocolos de dominio público, generados la mayor parte de ellos durante la década anterior, dio forma a una red de redes en perpetua metamorfosis. A mediados de los 90, cuando internet trascendió el ámbito académico, muchos quisieron minimizarla, equiparándola a una descomunal vidriera global 24/7 (“la biblioteca universal”), con los mismos jugadores de siempre. Su arquitectura distribuida y en apariencia anárquico alentó la innovación y el trabajo en colaboración hasta límites impensados: desde Linux a Wikipedia, pasando por muchísimas estaciones intermedias. Internet no podría ser lo que es sin una miríada de invenciones: el microchip, los satélites de comunicaciones, la computadora personal, la interfaz gráfica de usuario, la fibra óptica y, sobre todo, la World Wide Web, su cara gráfica, la que abrió las puertas al usuario no especializado. Hoy su acceso no es universal: tan sólo un 25 por ciento de la población mundial tiene algún tipo de acceso (un 40 por ciento en la Argentina); pero sus alcances van camino de serlo. No son pocos quienes afirman que es preciso remontarse a la creación de la imprenta a la hora de encontrar una creación equivalente por impacto cultural. Pero esto, dicho a modo de elogio, puede transformarse en un corsé: quizás lo mejor está por venir y es imposible imaginar ese futuro a la luz de una tecnología anterior.


PC

Esa computadora que hoy llevamos en un portafolios, o en un bolsillo, antes ocupaba habitaciones enteras. No había nada de “personal” en esas máquinas, había que ser investigador y hacer un curso para usarlas. Recién con la aparición de los microprocesadores y los microchips se logró una “desktop”, una microcomputadora que cabía sobre un escritorio. La revolución empezó en 1974 como un fenómeno entre hobbystas que leían Electrónica Popular. Compraban por correo un kit llamado MITS Altair, armaban la máquina en su casa y compartían experiencias. Enseguida Tandy, Atari, Commodore y Apple lanzaron microcomputadoras amigables, aunque no compatibles entre sí; ninguna de ellas se impuso como estándar. Hasta que IBM lanzó su PC en 1981. Sin inquietarse por desarrollar los componentes de la máquina, armó un Frankenstein con piezas de diferentes proveedores y posibilidades de expansión y una arquitectura abierta para que cualquiera fabricara componentes y software compatibles sin pagar licencias. Varias empresas hicieron sus versiones de la IBM-PC y comenzó la guerra de los clones, que aún subsiste. La tuya, la mía, el 90 por ciento de las computadoras del mundo son parientes directos de ella. Si alguna vez abriste un gabinete y metiste mano para cambiar una memoria o una plaqueta, pudiste sentirte heredero de una tradición que empezó en 1974 con aquellos fanáticos de la electrónica.

Píldora Anticonceptiva

La historia de la más pequeña y poderosa herramienta de liberación femenina que haya existido jamás comenzó en la década del 30. Los científicos ya habían descubierto que altas dosis de ciertas hormonas podían inhibir la ovulación, pero pasó una década hasta que consiguieron una versión sintética de la progesterona y veinte años más hasta que los laboratorios se interesaron en desarrollar algo que creían superfluo. La pastilla anticonceptiva finalmente fue aprobada para su venta en 1960 con el nombre de Enovid. Al principio sólo se vendía a mujeres casadas, pero presiones de grupos feministas rápidamente anularon estas restricciones. La dichosa pastillita fue protagonista del Mayo Francés, estuvo en los albores del movimiento hippie y fue decisiva en el crecimiento exponencial de la fuerza laboral femenina. La píldora le dio forma a la década del 60 y detonó una revolución sexual y social, y cuyas consecuencias llegan hasta hoy.


WWW

Antes de la invención de la World Wide Web, internet ya tenía más de dos décadas de vida y muchos de sus servicios más populares (e-mail, chat, FTP ) ya estaban maduros. Sin embargo, seguía siendo un territorio desconocido para el gran público, un entorno alfanumérico, en el cual las líneas de comando llevaban la delantera y sólo los programadores o científicos incursionaban con destreza. Todo eso cambió cuando hace poco más de veinte años un joven programador inglés, Tim Berners-Lee, sentó las bases para lo que terminaría siendo la cara gráfica de internet. Pensada como una forma más amigable de acceso a la información, la World Wide Web introdujo la idea misma de “navegación” en un entorno virtual a través del hipertexto, con saltos de link en link y de un sitio a otro, con la posibilidad de incorporar material multimedia. Las ideas pioneras de Vannevar Bush, el padre del hipertexto, omenzaban a hacerse realidad. Mientras internet fue una creación estadounidense, la web se gestó del otro lado del Atlántico, en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) en Ginebra. Ambas comparten el carácter abierto y colaborativo de sus protocolos y estándares, que las convierten en un bien de la humanidad y no de una corporación.


Celular

“La gente no quiere hablar con una casa o con una oficina. Las personas quieren hablar con otras personas”, dijo Martin Cooper, de Motorola. Y lo primero que hizo con un prototipo del legendario “ladrillo” fue llamar desde la calle a su principal competidor, Joel Engel, de la empresa AT&T Bell, el 3 de abril de 1973. Ese fue el primer paso, pero la invención que posibilitó la existencia de los celulares como los conocemos hoy fue la creación de una red de antenas que se articulan como celdas, y un sistema que permite abandonarlas y entrar al alcance de la siguiente sin que se corte la llamada. La primera red celular debutó en Japón en 1979, y cinco años después Bell instaló una en los Estados Unidos. El ladrillo DynaTAC de Motorola se vendía al módico precio de 3.500 dólares y en siete años los norteamericanos adquirieron un millón de líneas. Hoy son 4.100 millones los usuarios en todo el mundo y los teléfonos móviles han reemplazado al reloj pulsera como el artefacto tecnológico que más tiempo llevamos encima. Como modestos hombres nucleares, nuestro celular multiplica nuestras capacidades. Tenemos más memoria que nunca, nuestra agenda está siempre allí, podemos tomar fotos y videos, mandar mensajes, leer noticias y escuchar música, buscar datos en internet y hasta guiarnos con posicionamiento satelital. Y, además, cumplimos el sueño de Cooper: dejamos de hablar con casas y oficinas. Ahora hablamos con personas.


E-Mail
Enviar un mensaje desde una computadora hasta otra. El correo electrónico nació a partir de este concepto sencillo...
Enviar un mensaje desde una computadora hasta otra. El correo electrónico nació a partir de este concepto sencillo, ideado en 1972 para comunicar a los usuarios de Arpanet, la red antecesora de internet. Había otros sistemas previos, pero el programador Ray Tomlinson fue el que estableció para Arpanet el formato de nombre@servidor como lo conocemos hoy. Cuando explotó el uso de internet, el email fue una de las primeras cosas que la red nos dio gratis, gracias a Yahoo y a Hotmail. Hoy, el sistema postal está en vías de extinción y hasta el más inexperto usuario de tecnología tiene dirección de email. En el trabajo y en la vida personal, el correo electrónico nos acerca y optimiza nuestro tiempo. Claro que también gracias al email existe el spam, pero bueno, nadie es perfecto.


Nanotecnología

La nanotecnología se ocupa del desarrollo y la fabricación de materiales o dispositivos pequeños como un átomo. Y es uno de los pocos hechos tecnológicos consignados aquí que aún no ha tenido, salvo inventos menores, impacto directo en nuestras vidas, pero son la semilla de cambios radicales. La nanotecnología promete motores del tamaño de una hormiga y microrobots que curen nuestras aflicciones desde dentro de nuestro cuerpo, sin pasar por el bisturí. La química, la física, la mecánica y hasta la producción de energía podrían revolucionarse con adelantos nanotecnológicos.


Microchip
“No nos dimos cuenta de que iban a reducir el costo de las funciones electrónicas en un factor de un millón a uno. Nunca un invento logró semejante impacto”, dijo Jack Kilby, uno de los dos científicos que casi al unísono inventaron el microchip entre 1958 y 1959. Kilby lo hizo para Texas Instruments y Robert Noyce para Fairchild Semiconductor. El primero utilizó germanio y el segundo silicio. El primero ganó un Nobel de Física y el segundo fundó Intel, la compañía que luego inventaría el microprocesador, el otro componente imprescindible para el inicio de la era de las computadoras. Después de debutar en usos militares, un circuito integrado fue el génesis de la calculadora (ver puesto número 29). Aquel microchip tenía un transistor, tres resistencias y un capacitor, y era grande como un dedo pulgar. Hoy, un microchip de un tercio de ese tamaño puede albergar más de 125 millones de transistores. Según Gordon Moore, otro de los fundadores de Intel, la cantidad de transistores que pueden instalarse en un microchip crece exponencialmente, y se duplica cada dos años. Este cálculo, llamado Ley de Moore, explica de manera muy gráfica la velocidad en el desarrollo de la tecnología. Como si fuera una anti-Ley de Murphy, la Ley de Moore indica que todo va a ser mejor, más pequeño, más barato. Y este progreso se mide a partir de los microchips. Nada de lo que vas a encontrar en esta lista hubiera sido posible sin ellos, y todavía no alcanzaron su techo.


Satelite de Comunicación

“Un satélite que acompañe la órbita terrestre y que distribuya señales de televisión al mundo.” Así imaginó los satélites geoestacionarios de comunicaciones el escritor Arthur Clarke en 1945 y su visión fue acertada. En 1958, la URSS puso en órbita el Sputnik, y en 1964 el satélite norteamericano Syncom 3 fue el primero en concretar una transmisión experimental de TV, para los Juegos Olímpicos de Tokio. A partir de allí, los satélites de comunicaciones nos permitieron llamar por teléfono al mundo, llegar con internet hasta el último rincón de la Tierra y, por supuesto, recibir imágenes de televisión desde cualquier cancha de fútbol del planeta. Sin ellos, la aldea global seguiría siendo una utopía.


By-Pass

La birome y el colectivo serán los inventos argentinos más conocidos, pero rara vez te salven de la muerte. En cambio, la técnica de bypass coronario desarrollada por René Favaloro viene prolongando la vida de millones de personas en todo el mundo desde 1967. Ya se habían hecho operaciones para reemplazar arterias tapadas con riesgo de infarto, pero eran insatisfactorias. Favaloro introdujo la vena safena de la pierna como “puente” y hasta diseñó un instrumento, que hoy se conoce como Favaloro Retractor, para visualizar mejor las arterias y facilitar su conexión. Con su trabajo, el bypass coronario alcanzó la perfección. Hoy se realizan casi 700 mil cirugías de este tipo por año solo en los Estados Unidos. Paradójicamente, después de revolucionar la historia de las enfermedades coronarias, después de detener casi 13 mil corazones para arreglarlos y luego ponerlos en marcha, Favaloro decidió que el suyo dejara de latir y se mató a los 77 años.



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